Maldita sea, a este ritmo nunca podré soportar una gravedad de 300g...
¡Hola, principito!
¡¿Qué?! ¡¿Cómo te atreves a interrumpir mi entrenamiento, mujer?!
¡Qué grosero eres! ¡Venía a decirte que la cena está lista!
¡¡No me importa, déjame entrenar!!
Ni hablar. Si mueres de hambre ahí dentro, será difícil recuperar tu cuerpo con esa gravedad. Voy a cortar la energía de la máquina. La restauraré cuando hayas comido, no antes.
sss... Qué mal genio...